Repensar. Cómo pensar de un modo diferente

En la vida tendemos a acomodarnos. Y si no tenemos cuidado,  podemos encontrarnos con  que  nuestra  manera  de  pensar  se  vuelve  comodona,  trillada  y  menos  abierta a lo nuevo. “Después  de  un  mes  en  un  trabajo  te  vuelves  ciego”;  así  es  como  uno  de  mis  clientes describió esta tendencia. Se trata de una afirmación extrema, pero alberga una verdad: la curiosidad, el cuestionarse las cosas y la búsqueda  de  nuevos  enfoques  en  la  vida  y  los negocios requieren algo de trabajo mental.

Pero  basta  de  pesimismo;  afortunadamente hay un antídoto. Puedes llegar a ser un “re-pensador” creativo. Veamos cómo. Ábrete  a  lo  nuevo.  Cuando  escuchas una nueva idea, ¿reaccionas diciendo “sí, pero”? Trata de abrir tu mente pensando en lugar de eso “¿Por qué no?” o “¿Y si…? Puede ser la idea  de  un  colega,  de  un  ser  querido  o  algo que has leído en una revista. Si realmente se trata de una idea que rompe moldes, la cosa no  resulta  fácil:  las  ideas  innovadoras  necesariamente desafían el statu quo y nos cuesta acostumbrarnos  a  ellas  antes  de  aprender  a  aceptarlas.

Cuando  el  fundador  del  DEC,  Ken  Olsen,  dijo  en  1979  “¿Y  quién  rayos  querría  tener  un  ordenador  en  casa?”,  se  equivocaba  por  unos 750 millones. Aunque es divertido reírse de los “sí, pero” de  otras  personas,  resulta  más  útil  darse cuenta  de  que  todos  lo  hacemos.  Durante  las  próximas  cuarenta  y  ocho  horas,  cuenta  cuántas veces dices o piensas “sí, pero” ante una  nueva  propuesta  o  idea.

Es  una  lección muy saludable. Abrir nuestra mente supone tomarse el tiempo suficiente para considerar las  posibilidades que hay en una idea y no sus imposibilidades. La  necesidad de trabajar dentro de un  marco  regulador es algo que se da por  sentado  en  los  diversos  sectores  profesionales: lo que resulta preocupante es cómo esto puede ser  utilizado  como  un  “sí,  pero”,  limitando  maneras auténticamente innovadoras de (digamos)  gestionar  las  prioridades,  conseguir  clientes  o  liderar  equipos.  ¡No  te  escondas  tras una filosofía del “sí, pero”! Desarrolla  la  mente  del  principiante.  Suele decirse que en la mente del principiante hay muchas  alternativas,  mientras  que  en  la  del  experto hay pocas. Es lo opuesto al “volverse ciego”, ese cerebro entumecido en el que se reducen las opciones que describía antes.

Cuando Richard Branson fundó Virgin Atlantic era un absoluto principiante en lo que respecta a dirigir una línea aérea. Eso le permitió atisbar lo que sería una estupenda experiencia  de  viaje  liberada  del  pensamiento histórico. Se habituó a contratar a gente que no tenía experiencia en la industria aérea, exceptuando a los pilotos.Así que piensa en esto: ¿Y si estuvieses empezando  en  un  trabajo  o  dirigiéndote  a  un cliente  por  primera  vez?  ¿Cómo  podrías hacerlo  de  un  modo  diferente  o  mejor?  ¿Y qué deberías hacer para recuperar el espíritu y la frescura de un nuevo comienzo, tanto en tu carrera como en tus relaciones personales más importantes? Haz limpieza general de tus actitudes. En el siguiente cuadro verás un modo provechoso de describir tu actitud y tu nivel de energía. Si  perteneces  a  los  Muertos  Vivientes,  simplemente no te enteras de lo que pasa. Como Espectador, disfrutas dando sabios consejos desde  la  línea  de  banda  de  la  vida, pero no dispones  de  energía  para  implementar tus ideas. Los Cínicos  tienden a aniquilar las nuevas  ideas  diciendo  “es  una  moda  pasajera”.

Los  Actores,  por  otro  lado,  son  repensadores que llevan sus mejores ideas a la práctica. En realidad, no se trata de cuatro tipos distintos  de  personas,  sino  más  bien  de  cuatro estilos diferentes que podemos adoptar. Vale la  pena  pararse  a  pensar  dos  o  tres  veces al día  y  preguntarse:  “¿Estoy  actuando  a  tope   ahora?”. Es fácil deslizarse en alguno de los otros estilos. Sólo esta autoconsciencia puede ayudarte a enfrentarte a un reto sirviéndote del mayor de tus dones mentales: el poder de la atención total.

Activa tu gen de la curiosidad. La curiosidad es la base de la creatividad. Leemos con demasiada frecuencia las mismas publicaciones (¡aquellas con las que estamos de acuerdo!), hablamos con las mismas personas (aquellas que están de acuerdo con nosotros) y volvemos a casa por el mismo camino.

Trata  de  leer  un  periódico  diferente  hoy,  preferiblemente uno que ponga a prueba tu acomodada  mentalidad.  Arriésgate  con  la  gente,  pasa  tiempo  con  desconocidos  o  con  miembros  de  la  empresa  con  los  que  habitualmente no hables.

Por  encima  de  todo,  pregunta  “¿Por  qué?” más  a  menudo.  Fingir  que  conoces  todas las  respuestas  conduce  irremediablemente  a cerrar del todo la mente: trata de “enseñarte ignorancia a ti mismo”. Sé más curioso con las  personas  como  individuos  y  tendrás  la oportunidad de conectar a un nivel completamente nuevo. Sé un “Colombo” y aprende que las preguntas tontas no existen.

¿Eres de los del “sí pero” o eres un repensador?  Es  una  elección  que  todos  hacemos  muchas  veces  al  día.  Y  realmente  tenemos  elección.