Un futuro sin residuos

Parlamentaria danesa por el Partido Social Liberal y ex ministra de Medio Ambiente de Dinamarca, Ida Auken ha desarrollado una trayectoria firmemente comprometida con la sostenibilidad y el reciclaje. Es miembro del consejo asesor de Vigga.us, compañía danesa que produce ropa orgánica para niños siguiendo un modelo circular, de tal modo que las prendas se alquilan y reutilizan. También forma parte del consejo asesor de Old Brick, empresa danesa que limpia y recicla ladrillos usados, y del de EMG, consultora fundada en Holanda que asesora en torno al desarrollo sostenible. Auken explica aquí las razones por las cuales, en su opinión, estamos abocados a vivir en una “economía circular” en la que los desechos no tendrán sentido como tales.

En 2050 ya no habrá desechos. Todo será visto como un tesoro, porque habremos creado lo que quienes saben de esto denominan una “economía circular”. ¿Y qué es una economía circular? En cierto modo es un tipo de economía opuesto al que tenemos hoy. Hoy en día nuestra economía es fundamentalmente lineal. Tomamos un material, lo recogemos de la tierra o cortamos un árbol… lo usamos durante un tiempo y después lo convertimos e basura. Lo que esto refleja es una línea. Se trata de una economía basada en tomar, hacer y desechar. En la economía circular, al diseñar algo, ya antes de utilizarlo, se piensa en su próxima vida, así que se diseña pensando en su reutilización, de tal modo que todos los materiales estarán circulando. Esto elimina los desechos.

¿De qué nos suena este concepto? Para la gente que se dedica a la agricultura, resulta natural pensar en el círculo, porque eso es exactamente lo que la naturaleza ha estado haciendo durante miles de millones de años. Si la naturaleza crease desechos, la totalidad del planeta se habría convertido en basura y nosotros ni siquiera estaríamos aquí. La naturaleza no acepta el concepto de “desecho”. Es mucho más inteligente que eso. Por tanto, al observar la naturaleza y tratar de entender sus procesos nos hacemos una idea de cómo podemos crear una economía circular y hacer que todo fluya. Las personas a las que se les ocurrió esto fueron un químico y un arquitecto. Y pensaron en dos círculos.  El primero es el círculo biológico, el de los nutrientes que retornan a la tierra después de pasar por nosotros para volver a convertirse en comida. Este es un ciclo antiguo y completamente natural. El otro círculo sería el técnico, que tiene que ver con el oro, las tierras raras, los metales, etc.

¿Y por qué esto está ocurriendo justo ahora? Mucha gente defiende la economía circular por razones éticas, por la sostenibilidad, porque es lo correcto si pensamos en el futuro, en nuestros hijos, etc. Pero en este momento uno de los motores de la economía circular es el mercado, los precios. Situémonos en los tiempos de nuestros abuelos, alrededor de  Desde 1900 hasta 2000 vimos cómo el precio de los recursos (metales, petróleo, gas, agua…) iba bajando año tras año. En 2000 algunos recordarán que si la impresora se quedaba sin tinta era más barato comprarse una impresora nueva que cambiar el cartucho de tinta. Pero desde 2000 hasta hoy los precios de los recursos han subido más de lo que bajaron en esos 100 años. Así que durante la vida de nuestros abuelos todo se iba haciendo cada día más barato, mientras que en los últimos dieciséis años todo ha dado la vuelta.

En aquella época todo se comía, todo era reutilizado y reparado, porque todo tenía un valor. Y hoy en día vuelve a haber una tendencia en esa dirección, regresamos a los tiempos de nuestros abuelos. ¿Y por qué está ocurriendo? ¿Por algún inteligente movimiento del mercado? No, está pasando porque hoy somos 7.000 millones de personas en el mundo y vamos hacia los 9.000 millones. Pensemos en 3.000 millones de personas ingresando en la clase media, todos ellos queriendo coches, teléfonos móviles, ordenadores, comer carne… Esto supone una gran presión sobre los recursos de los que disponemos, y es la razón por la que los precios están subiendo de un modo tan extremo en los últimos quince años.  

La economía circular también se va a dar porque la tecnología de la información va en la dirección opuesta: sus precios se han desplomado en los últimos quince años. Quiero que metan la mano en sus bolsillos y toquen sus teléfonos móviles. En 1998 el  gobierno de los Estados Unidos pagó 52 millones de dólares por un ordenador con la misma potencia que su teléfono móvil. En tan sólo diecisiete años la tecnología se ha convertido en algo muy barato.

Estas dos tendencias están detrás de la economía circular y son la razón de que esté ocurriendo ahora. ¿Cómo llegamos a ese punto en el que nos aseguramos de que todo se recicla? Yo veo cuatro grandes modelos de negocio que están llevando esto adelante en gran medida. Podríamos hablar también de lo que los políticos están haciendo, o de lo que deberían estar haciendo, pero en esta ocasión lo dejaré aparte para centrarme en el papel de la gente, de los consumidores, los productores y las personas que están haciendo que todo esto se mueva rápidamente hoy en día.

En primer lugar, lo que está ocurriendo es que muchos productores están introduciendo inputs circulares en su producción. Utilizan energías renovables o plásticos o metales reciclados. Aquí, en Dinamarca, en Kalundborg Symbiosis, hay una gran central eléctrica, y los desechos de esa planta, el calor residual, se reutilizan como input de energía en la siguiente explotación; y el agua residual de esta última se utiliza como refrigerante para la siguiente; y el excedente de nutrientes se utiliza en la siguiente… Así que todas ellas utilizan los desechos de las otras como recursos. Todo esto está ocurriendo a gran velocidad hoy en día. Hace sólo cinco o diez años veíamos cómo los grandes productores de ropa dejaban los retales en el suelo. Ahora hay un negocio que consiste en recuperar esos retales y convertirlos en nuevas prendas. Así que en todas partes los residuos se están viendo como recursos, y los residuos de unas compañías son los recursos de otras. Las más grandes compañías del mundo están eliminando sus residuos, porque es una partida muy importante en sus presupuestos y ahora se están convirtiendo en algo que atesorar. Este es el primer gran movimiento que estamos observando hoy en día.

El segundo movimiento es la “remanufactura”. Se coge algo y se vuelve a utilizar. Hay distintos tipos de “remanufactura”. Por ejemplo, BMW, que fabrica coches, descubrió en 2010 que si reutilizaba los plásticos y los metales de sus coches podría ahorrarse un 10 por ciento en el coste de cada vehículo. Si pensamos en la gran competencia que existe en el mundo de la fabricación de coches, especialmente con las compañías de Asia, donde los sueldos son más bajos, un 10 por ciento en cada coche supone un ahorro importante. De este modo, los coches se empiezan a diseñar de un modo distinto. Si sabes que vas a reutilizar los plásticos y los metales de tus coches, comienzas a diseñarlos de otro modo. Y eso es lo que BMW está haciendo, recuperar sus coches para reutilizar sus plásticos y sus metales. Otro caso es el de la naviera danesa Maersk. Dispone de un barco de clase Triple-E, el más grande del mundo. Cuando el barco termina su función, navegando por los mares del planeta, no se convierte en un residuo peligroso que termina varado en una playa de Bangladesh, donde la gente pobre se dedica a desmontarlo, sino que se considera material valioso: hoy saben exactamente lo que hay en el barco y saben cómo extraer el metal, el plástico y todas las partes valiosas. Por tanto, no se convierte en un residuo sino en un recurso, puesto que se ha diseñado de un modo inteligente. Una compañía como Rolls Royce extrae el motor, el catalizador y otras piezas de sus vehículos y las reutiliza. Hay muchas empresas que hoy están especializadas en reparar piezas para grandes maquinarias. Y surgen talleres de reparación en todas partes. Así que la “remanufactura” es un movimiento muy potente en este momento. Y en el mundo de la cocina, la fermentación es un modo de “remanufacturar” la comida. En lugar de convertirla directamente en desechos, devolverla a la tierra y después a la gente, se puede mantener a un valor más alto, mantenerla como comida. La “remanufactura” tiene mucho que ver con mantener los materiales a su más alto valor posible y reciclarlos cuando está en esa fase.

El tercer gran movimiento que se está produciendo hoy en día es el que va de producto a servicio. Tengo un amigo que dice que un producto es un servicio que espera serlo. ¿Por qué querría alguien poseer un teléfono móvil? ¿Cuántos de ustedes son los propietarios de su teléfono móvil? ¿Cuántos saben si la propietaria es la compañía? No muchos. Lo que queremos es la función, el servicio. ¿Por qué íbamos a querer poseerlo cuando podemos tenerlo en leasing? ¿Y por qué no íbamos a hacer lo mismo también con nuestro frigorífico, nuestra lavadora, nuestro lavavajillas…? ¿Por qué íbamos a querer ser los propietarios de todo esto? No es que los plásticos o los metales de estos objetos sean tan valiosos como para que nos sintamos alegres de poseerlos: “Un frigorífico roto. ¡Yuju! ¡Es mío!”. ¿Por qué no vamos a un modelo de negocio en el que la propietaria sea la compañía? ¿Saben lo que ocurre cuando la compañía es la propietaria? Puede recortar los precios, porque no tiene que comprar nuevos plásticos o metales. Diseñaría un producto mucho mejor que duraría mucho más si tuviese que recogerlo cuando se rompiese. Incluso podría enviar a alguien para arreglarlo. En definitiva, fabricaría un producto mucho mejor y nosotros obtendríamos un precio más bajo. Se han hecho muchos cálculos a este respecto, y quien los ha realizado es la consultora McKinsey, por si alguien pensaba que esto es sólo cosa de una ecologista freak hablando de cosas de ecologistas. McKinsey ha calculado que es mucho más barato tener una lavadora en leasing si damos con el modelo de negocio adecuado. Por tanto, esta traslación de producto a servicio está en gran medida haciendo avanzar hacia la economía circular, porque desde el momento en que la compañía es la propietaria del producto, empieza a diseñarlo de tal modo que sus piezas puedan extraerse y reutilizarse. 

El cuarto movimiento es la economía colaborativa. Si empezamos a compartir, podemos producir mejores cosas y usarlas de modo más intensivo. Pensemos en los coches. ¿Saben cuánto utilizamos un coche? Un 4 por ciento de su vida útil. ¿Y un taladro? ¿Quizá 15 minutos? No es mucho, ¿verdad? Sé que hay mucha gente a la que le gusta tener un taladro, pero para el resto de nosotros, que sólo queremos un agujero en la pared… Creo que vamos hacia una situación en la que simplemente queremos movilidad y no nos preocupa tanto tener un coche, lo que en realidad es un poco engorroso. Puedo conducir un coche compartido y de este modo el coche se estaría utilizando todo el tiempo. Gracias a la tecnología de la comunicación hoy es posible compartir cosas de un modo más inteligente, de modo que no tenemos que preocuparnos de algo que no nos parece fiable, o que está un poco sucio… Durante un tiempo los coches compartidos fueron un problema porque la gente dejaba cosas en el coche y podía ser un poco asqueroso, pero hoy en día se ponen notas a la gente, así que ya no dejamos cosas en el coche y nos comportamos mejor. Por tanto, la tecnología de la comunicación ha hecho que compartir y distribuir las cosas resulte mucho más fácil. ¿Por qué tendrían que estar los coches aparcados en la calle el 96 por ciento del tiempo? Es mucho mejor conducirlos. Y si el coche adquiere tanto valor, porque está funcionando todo el tiempo, por supuesto se diseña de tal modo que todas las piezas puedan extraerse. Sé que Apple, por ejemplo, hoy diseña sus móviles de tal modo que puedan extraer todos sus elementos valiosos, el oro, la plata… Y es que si cogemos una pila de desechos electrónicos, veremos que ahí hay más oro que en una mina. Desde el momento en el que empecemos a usar las cosas de un modo más intensivo, algo que haremos con la economía colaborativa, avanzaremos en la idea de no tener más residuos. ¿Y quién va a llevar a cabo todo esto? Ustedes. Ustedes van a hacerlo posible. Por supuesto, podemos establecer algún tipo de marco de trabajo, podemos reunir a la gente adecuada… Como políticos, si queremos reciclar el plástico, los envases por ejemplo, tenemos que conseguir un número suficiente de ayuntamientos que recojan los desechos plásticos, tenemos que conseguir a alguien que construya una planta donde se separen los residuos en cinco flujos, tenemos que conectar a los comerciantes para que utilicen exclusivamente envases que encajen en este sistema, tenemos que hacer que los consumidores los devuelvan, bien depositándolos en el contenedor o llevándolos al supermercado… Pero es una cuestión en la que todos estamos implicados. Los políticos no podemos hacerlo solos. Desde el momento en el que empezamos a ver este círculo, en cuanto miramos una silla o cualquier otra cosa que tengamos alrededor sabemos que es algo que debe separarse y debemos saber sin ninguna duda dónde depositarlo. Esto va aquí y esto va allí y nada va aquí, porque lo de aquí va a incineración o al vertedero. Cada cosa va a algún sitio de un modo inteligente. Quiero que todos ustedes piensen en su papel en la economía circular. Si son ustedes diseñadores industriales, arquitectos, cocineros… todos tienen un rol que interpretar para asegurarnos de que todos los materiales vayan donde tienen que ir. 

Si vamos a la agricultura, no deberíamos enfrentarnos al fósforo y al nitrógeno como polución, sino que deberíamos ponernos de acuerdo en que son un recurso perdido. Deberíamos encontrar modos de practicar una agricultura de precisión. Deberíamos pensar en nuestro teléfono móvil como en un tractor. Podríamos recorrer la superficie de un campo con nuestro móvil, que nos diría exactamente cuánto potasio, cuánto fósforo y cuánto nitrógeno debería utilizarse en cada lugar. Con esto no conseguimos una economía de escala, sino una a pequeña escala. Hace que todos seamos extremadamente eficientes a pequeña escala. No tenemos que pasar de 140.000 granjas a 40.000 por las ventajas de la gran escala. Utilizando la tecnología y la distribución de un modo mucho más inteligente, nos podemos aprovechar de las ventajas de la pequeña escala y ser eficientes. Y si no me creen, piensen en Airbnb o en Uber. Crearon una plataforma y dieron la oportunidad a la gente de practicar una economía a pequeña escala. Creo que estamos ante algo que podría extenderse a todo el sector agrícola, que produciría comida mucho más cerca de donde la consumimos y se distribuiría de un modo más sencillo y mejor gracias a la tecnología.Espero haberles inspirado con estas palabras. Pero si no he conseguido convencerles de nada en torno a la economía circular, al menos dejen de beber agua embotellada e plástico. ¿Por qué estamos bebiendo un agua asquerosa, importada de a saber dónde y envasada en botellas de plástico con productos químicos? ¿Puede alguien explicármelo?  Quienes tienen el poder deberían emitir una fetua contra ella. No la necesitamos, no sabe bien y ni siquiera tiene burbujas. Es un despilfarro ridículo.