El gran místico chino Lao-Tsé escribió que gobernar un gran país es como asar un pez pequeño: no lo pases demasiado, advertía. Utilizando la metáfora de la cocina nos estaba hablando de cuidado, de templanza y de humildad en relación con los materiales de la vida, cuestiones todas ellas generalmente opuestas al modo de pensar de los gobiernos. Y nos estaba hablando del oficio en un sentido más profundo, como una relación con las cosas que nos rodean que está gobernada por el respeto y el cuidado.
Nuestro modo de abordar la comida dice mucho de nuestra civilización. Si la engullimos deprisa y despreocupadamente, quizá engullamos deprisa y despreocupadamente también otras cosas. Si la desperdiciamos irreflexivamente probablemente también desperdiciaremos otras cosas irreflexivamente. Si proporcionamos demasiada comida a unos y demasiada poca a otros, es probable que la injusticia sea también habitual en otras cuestiones.
Creo que nos encontramos en un momento de nuestra civilización en el que estamos redescubriendo los oficios de un modo nuevo, con la comida no sólo a la vanguardia de nuevas técnicas, sino también de una nueva sensibilidad que puede ser tan relevante a la hora de gobernar un país como a la de construir un avión o una casa: una sensibilidad que combina oficio y ciencia; aprendizaje y trabajo; el mantenimiento del cuerpo humano, pero también el crecimiento de sus capacidades para pensar e imaginar. A continuación expondré algunas de las implicaciones de todo esto.
Texto entero en papeles de Cocina VII. Febrero 2011