La creatividad es un don que el cielo ha otorgado no sólo a los grandes genios del arte, como Miguel Ángel o Salvador Dalí, sino también a millones de desconocidos y modestos artesanos repartidos por rincones de todo el planeta. Como parte de su profesión y a diferencia del gran artista reconocido, el artesano se ve obligado a repetir muchas de sus obras y consigue la perfección gracias a la memoria implícita o procedimental que esa repetición genera. Pero en su trabajo los artesanos no sólo repiten, pues muchas veces exploran también lo desconocido y consiguen de ese modo expresar órdenes nuevos.
Ciertamente, la novedad es el sello distintivo de la creatividad. Y no necesita producirse por azar, ya que con frecuencia aparece en la mente de sus creadores al combinar elementos del conocimiento preexistente. De ese modo, todo lo que incremente esos elementos aumenta también la probabilidad de variación y de nuevas asociaciones. No es extraño entonces que las emociones positivas estimulen la creatividad del artesano, pues elevan su humor y hacen que preste atención a más cosas, lo que a su vez aumenta la probabilidad de relacionar y asociar elementos diferentes. Los artesanos y los artistas en general suelen ser muy emotivos, y algunos estudios han observado que cuanto más positivo es el humor de una persona, mayor es su creatividaden el p uesto de trabajo. El humor positivo incrementa además la flexibilidad mental de las personas, y, con ello, su potencial creativo. Más aún, el humor positivo de un día puede influenciar la creatividad artesana del día siguiente.
Albert Einstein dijo de su teoría general de la relatividad que era la idea más feliz de su vida. A buen seguro esa felicidad le estimuló para seguir creando. Pero además, las opiniones ajenas sobre la obra creada también influyen en la capacidad creativa de su autor. Y no es menos cierto que los sujetos altamente creativos cuando realizan tareas que implican pensamiento divergente tienen mayor actividad en su cerebro frontal, el del ingenio, que las personas menos creativas. Si, por tanto, la creatividad depende de la actividad en el cerebro frontal, la influencia emocional de la amígdala, principal estructura del cerebro emocional, sobre esa corteza podría explicar cómo los sentimientos contribuyen a la creatividad del artesano.
Ignacio Morgado es catedrático de psicobiología en el Instituto de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Barcelona y ha desarrollado su labor investigadora en universidades de Alemania, Gran Bretaña y Estados Unidos. Ha publicado los libros Emociones e inteligencia social: Las claves para una alianza entre los sentimientos o Cómo percibimos el mundo: una exploración de la mente y los sentidos.